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Cantar al pueblo, cantar al mundo

Publicado el 29 de enero de 2022

Es bombero, vive en Reta con su familia y trabaja en Copetonas. Su talento trascendió la escala regional para convertirse en una de las figuras preferidas de La Voz Argentina. En esta entrevista, Lucas Oviedo íntimo. Además, cierra enero con shows en el paseo Palmeras y en el Quequén Salado.

Por Daniela Barrera

Conmover es el verbo que me resonó cuando lo escuché cantar y lo vi, al igual que miles de personas, a través de la pantalla de Telefé. Cuando hicimos esta nota era invierno y todavía no se conocía el resultado final de la competencia. Lucas, reservadísimo, muteado, respondió las preguntas de Pueblo Reta y cumplió el acuerdo de confidencialidad con el canal al pie de la letra: nadie supo si ganaba o perdía hasta que lo transmitió la tele.

Hoy, que el cantor vuelve al subir al escenario de su casa, es el mejor momento para compartir esta entrevista. Y esta noche, a las 22, en el último sábado de enero, lo veremos en el Palmeras center (Calle 46 y 25), gratis y al aire libre. El sábado 5, en el festival Río Quequén Salado (paraje Puente Viejo).

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Primero hacemos unas fotos en la calle y un vecino que en jeep le lanza una felicitación al paso. Lucas sonríe y agradece. Esa misma mañana, mientras rellenaba cordones en su trabajo en la Delegación municipal de Copetonas, vio cómo se le acercaba corriendo una chica que lo abrazó y le dijo “me hiciste llorar”. Al mirarla, reconoció que era la hija de un compañero en cuyo cumpleaños de 15 cantaba Lucas, el mismo que esos días ella vio en la tele. “Ahí me di cuenta: fue increíble lo que me pasó”.

-Acá, en la zona, ya eras conocido.

-Cuando yo vivía en La Plata, mi suegra siempre insistía para que fuera a cantar en el festejo del aniversario de Reta. Y hace unos cinco años que vivo acá pero no se habían dado demasiada cuenta, porque en realidad yo vine a relajarme, a afianzar mi familia con un bebé recién nacido, y estaba sin hacer música. Un par de años antes de estar en el programa había comenzado a cantar en eventos, pero fue la peña Antú Lafken (la agrupación retense de danzas folclóricas) la que me llevó a los escenarios. Pensé que iba a cantar a una fiestita: era la Fiesta del Mate y la Torta Frita en la que hubo 22 mil personas. Ahí se abrieron las puertas de la región. Desde entonces, gracias a Dios, canto casi todas las semanas.

-¿Cómo llegaron a Reta?
-Yesi es de acá y trabajaba en la peluquería de Mary (un local de la calle 48 que ya no existe) y un invierno la dueña le propone ayudarla en la sucursal de La Plata. Un sábado, pobre Yesi, fue a ver a su banda preferida de música criolla peruana. Era un 13 de febrero y ahí nos conocimos. Me dio su teléfono: recién le mandé un mensaje el 7 de marzo. ¡Qué colgado!

Lucas se ríe, subraya que su mujer es hermosa y cuenta que una vez que decidieron tener hijos eligieron venir a vivir aquí. Pero volvemos a la música, un flashback en la historia. Lla primera presentación que destaca es una que tuvo lugar en el teatro Niní Marshall de Tigre. Creció viviendo de la música, cantó en una banda llamada La fusión LP y se fue a la Superbanda, con 21 músicos y dos cantantes. Pero llegó un momento en que ya no soportaba el ritmo y necesitaba parar y estar también con su hija de 16 y con su actual novia. Entonces, cuando decidieron formar una familia, dejó la banda. “La música es muy importante para mí, pero no puedo comparar la música con la familia. Decidí dejar un tiempo la música, pero la música te busca. Te persigue, te encuentra y, si te atrapa, te vuelve a llevar a los escenarios”, afirma el cantor como una sentencia.

-Yo estaba como escondido en Reta y, de repente, se desmadró. Me insistieron para ir al casting de La voz argentina en Bahía Blanca. No… ya estoy viejo para estas cosas. Pero Carlitos Molinari me llevó y fuimos. Pasé las etapas y quedé. Era agosto de 2019 y había alrededor de seis mil personas en esta instancia regional, venían desde la Patagonia y todos los alrededores.

-¿Cómo fue lo que siguió hasta lo que vimos después los televidentes?
-Audiciones en 2019, más audiciones en el verano de 2020 y de golpe, la pandemia. Se paró todo, yo me olvidé del tema. En enero de 2021 me llaman: “Hola, te llamamos de La voz argentina”. Yo me reí, tengo muchos amigos jodones. ¡Era verdad! Me habían mandado todo por mail en diciembre. Yo ni enterado. Después, hotel en Buenos Aires, sesiones con los coachs y 18 hisopados. ¡Los conté! Audicioné con la zamba Salta es una mujer morena. Pero no se dieron vuelta. Me faltó el aire, pánico, pero no por mí.

-¿Te entrenaban para afrontar los nervios?
-No. Yo abrí la puerta y entré, pero mi karma de no poder fallarle a mi abuela, mi mamá, a mis amigos y mis hijos… Ellos con toda la fe decían vos quedás. Y uno a la gente que quiere le dice que canta bien. Si yo quedaba afuera, me volvía re contento. Todos tan jóvenes y yo ya con 37, muchos años de hacer música con una forma visceral de cantar que no es la que se usa ahora. Yo me di cuenta que no se canta más como yo cantaba, pero tenía que defender mi naturaleza. Tuve la bendición de que La Sole se dio vuelta. Y ahí sí que no sentí las piernas. Me pide que cante una Montaner.
-Eso fue genial.
-Me salí de mi zona de confort. Si bien pasé por bandas de cumbia y cuarteto, después me fui al folclore, que fue lo que siempre compartí con mi padre. Tenía la posibilidad, sabía que podía cantar una de Montaner, pero no es fácil hacerlo. Cuando terminé sentí a mi inconsciente diciéndome ¡en qué te metiste!
-Te ponderaron tan bien en esa instancia que sentimos que fue injusto que no te robara otro de los jurados cuando en la siguiente instancia quedaste eliminado. El momento más sublime del programa hasta ahora, dijo Montaner después de tu primera aparición…
-Sí, pero con Fran pasó algo maravilloso, yo volvería a tener la batalla con él. Yo fui como un papá para él, que se sentía muy solo y no salía de la habitación. Nos hicimos muy amigos, yo lo aconsejaba, lo llevaba a caminar por la costanera. Y teníamos un plan: nuestra batalla tenía que ser la mejor. Si lo elegían a él, a mí me robaban y viceversa. Estábamos tan felices con hacer una buena performance que creíamos que ninguno de los dos quedaría afuera.

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Lucas quedó afuera en esa instancia y ningún músico del jurado reclamó por él. Hubo twits, quejas del público, notas en la prensa y millones de caracteres en Youtube y redes sociales. Para el 5 de agosto todavía no había regresado al repechaje, donde volvió a competir y tampoco ganó. Sin embargo, en sus palabras hay una alegría que supera cualquier desenlace.

-A veces para ganar hay que perder. Yo tengo una hija de 16 años y cuando te separás pensás que perdiste al amor de tu vida. Un tiempo después entendí que no. Hoy soy una persona mejor, crecí espiritualmente, tengo un trabajo mejor, tengo al amor de mi vida. Perdí una batalla pero gané una gran amistad y maduré como ser humano. Aprendí a querer a alguien que no conocía y a darle cariño a esa persona que en ese momento necesitaba de mí. Y él me enseñó que ningún obstáculo en la vida te puede detener.

Me quedo pensando que esa amistad sin duda es un regalo, pero todo eso igual Lucas igual lo sentiría si hubiese avanzado porque un jurado lo elegía a pesar de la batalla. Noté aquel día que él estaba eligiendo cómo transitarlo y le estaba diciendo a quien no lo conocía hasta entonces “mirá lo valioso que son los vínculos más allá de los fenómenos masivos”. Entonces pregunto por la fama y por lo que transmitió no sólo con su actuación sino también con su discurso y su respuesta no podía graficar mejor su espíritu:

-Me llegaron mensajes desde Ushuaia a La Quiaca y de Perú, Bolivia, Paraguay, Chile y hasta de España. Yo soy platense, nací en una villa de Tolosa, donde es muy difícil progresar e irse, tanto el desarraigo como en el otro extremo irse escapando. A Reta, cuando venís por primera vez, lo amás o no volvés más. Me podría haber ido a otro lado pero elegí este lugar que me da paz para criar a mis hijos y tuve la oportunidad de tener mi sustento en Copetonas. ¡Cómo no llevar la camiseta! ¡Cómo no hablar emocionado de la mejor playa argentina! Es una manera de pagar la deuda que tengo con los dos pueblos que me dan todo.

Lucas viene de una familia de cantores: dice que su padre Juan Carlos, el Tato, Oviedo llega a notas que nadie, que es mejor que Pavarotti y todos los tenores juntos. Pero cuando lo invitan a subir a un escenario le dice a su hijo “cantá vos”. El año pasado, él que es el mayor de los hermanos, cantó el himno nacional para sobrevivientes del Ara General Belgrano, justamente el 2 de abril. “Nunca me sentí tan feliz cantando como con el himno argentino, soy muy visceral y fue la mayor responsabilidad que tuve. Por eso yo estoy muy feliz así. La fama es algo muy tonto. A mí me gusta poder seguir cantando, estar con mi familia y seguir juntándome con mis amigos a charlar”.

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